La afirmación de Waleska Ureta, Directora del Servicio Jesuita Migrante, coincide con la prolongación de la crisis migratoria en Tarapacá. Según el propio delegado presidencial, ahora el caos se trasladó desde Colchane a la costanera de Iquique y bajo ese escenario El Longino repasó con ella las aristas de un problema regional que persiste.
Muchas organizaciones internacionales se vieron sorprendidas con la reacción de un puñado de iquiqueños que quemó carpas y enseres de migrantes venezolanos, a fines de octubre.
Tras la acotada, pero polémica acción, el gobierno implementó un plan de 21 medidas que –en la práctica– parece haber trasladado la crisis desde Colchane hasta las áreas verdes de la avenida Costanera, en Iquique, según reconoció esta semana Natan Olivos, delegado del Presidente de la República: “Muchas personas que salen de residencias sanitarias se trasladan por reunificación familiar a distintas regiones (de Chile), pero alrededor de un 10% se queda en la región y comienzan un proceso de buscar recursos y se instalan ocupando espacios públicos”.
Sobre esta realidad, la directora del Servicio Jesuita Migrante Waleska Ureta Cañas (42, psicóloga U. de Chile) ha transmitido la misma preocupación: “Es importante que las medidas se tomen oportunamente para evitar que las personas y comunidades locales vean trastocadas sus vidas”, recordando que las autoridades deben “actuar en tiempo y forma”.
¿A qué se refiere con “actuar en tiempo y forma”?
– Quiero decir que las medidas humanitarias fueron anunciadas recién en octubre de este año y esta situación se viene dando hace mucho rato, lo cual implica finalmente que la comunidad de Tarapacá ha visto trastocada su vida producto de un mal manejo de la política pública.
En nuestra zona se observa de un deterioro de la convivencia, porque ni los pueblos del interior ni Iquique están preparados para recibir un flujo tan alto de personas viviendo a plena calle.
– Ese deterioro o tensión es una consecuencia de medidas que no son idóneas, porque no se hacen generando procesos lo más armónicos posibles o donde se vaya mitigando de manera oportuna los efectos. Esto no sucede porque sí, sino que es efecto de medida que no se realizaron a tiempo ni estuvieron a la altura de los estándares humanitarios.
¿Cuál es exactamente el soporte humanitario que ustedes les proporcionan a estas personas que migran a Chile?
– Nuestra ayuda está puesta en la orientación migratoria, desde el punto de vista social y jurídico. Ahora, en este caso por la situación que se está viviendo en Tarapacá hemos sumado entrega de kit para guaguas y niños pequeños, también alimentación cuando vienen recién llegando. Entre los artículos que más piden están los pañales, por ejemplo.
¿El Servicio Jesuita también está en los refugios transitorios de la frontera?
– No, no estamos presentes ni tenemos un trabajo sistemático allá. Lo que hemos hecho es ir a ver y estar con las personas que han llegado a estas instalaciones de campaña. Ahora, cuando yo fui tuve la oportunidad de conocer las carpas que se levantaron.
Y cuál fue tu impresión de lo que viste… porque son lugares cerrados, a donde la prensa no tiene acceso.
– Yo creo que es importante que se haya hecho, aunque haya sido tarde, ya que esa es la primera acogida que tiene el migrante. Son todas carpas de alta montaña, acondicionadas. Ahí les entregan una colación y de esa manera, además, no quedan expuestos a la intemperie.
El Servicio Jesuita Migrante tiene equipos de trabajo en Tarapacá. ¿Cuál es la labor que realiza y cómo están desplegados en esta emergencia migratoria?
– Ese equipo a gestionar ayuda humanitaria en el día a día y también a la orientación y asesoría para que los extranjeros en esa situación accedan en términos de ciertos derechos.
¿Existe un teléfono donde los migrantes pueden recibir información?
– Tenemos una aplicación gratuita para teléfono celular que se llama “MigraApp” y allí pueden hacer sus consultas porque contamos con más de 60 voluntarios que responden y, eventualmente, hacen las derivaciones en cada caso particular.
Dado que ya estamos con fronteras abiertas, ¿ha bajado el flujo de migrantes que ingresan ahora a Tarapacá por pasos no habilitados?
– Nosotros creemos que el flujo es similar a los últimos meses y está en el orden de las 50 a 100 personas al día. Quiero decir que la migración hacia Chile sigue y va seguir.
¿No cree que se detenga nunca ese flujo de migrantes?
– No se va a parar mientras no se resuelvan las crisis humanitarias que están viviendo las personas en sus países de origen. Esto lo tenemos que tener muy claro todos los países de la región.
Por último, esta crisis se desarrolla de manera paralela a las campañas presidenciales. ¿Cómo puede verse afectado el fenómeno migratorio con esa variable adicional?
– Siempre la migración siempre en todas partes es utilizado y en este caso esperamos que los programas de los candidatos estén a la altura del problema de esté a la altura de lo que se requiere; porque hoy la venezolana es la diáspora más grande que se vive en el mundo.
Fuente: Diario El Longuino