Dos migrantes cuentan las complejidades del proceso para obtener el documento y salir de su país, con el fin de reunirse con sus seres queridos en suelo chileno.

Allen Medina (43) estuvo un año y medio lejos de su familia. Oriundo de Maracaibo, el venezolano llegó a Santiago en junio de 2019, pero recién en diciembre pasado, tras la reactivación de las solicitudes de la Visa de Responsabilidad Democrática (VRD) -que fueron canceladas el 11 de noviembre y reactivadas doce días después-, logró reunirse con su esposa y sus cinco hijos para celebrar el Año Nuevo. «Se dice muy fácil que mi familia estuvo aquí el 31 de diciembre, pero fueron muchas cosas las que pasaron», dice.

Medina, un ingeniero informático, detalla que en principio solicitó la VRD para toda su familia en octubre de 2019, sin alcanzar a obtenerla. Luego, cuando se reinició el proceso, se llenó de esperanza y reunió todos los documentos para presentar nuevamente la solicitud, porque los grupos migrantes afirmaban que se priorizaría la reunificación familiar: «Mi segunda hija tiene una parálisis cerebral (…). Esa es una de las razones que me obligó a emigrar, quería sacarla de allá».

Luego de que su familia sorteara una serie de dificultades, como viajar desde Maracaibo al consulado en Caracas -son 12 horas en auto y por la escasez de gasolina le cobraban US$ 1.300-, que una chilena le donara US$ 1.600 para comprar los pasajes de su familia, cruzar un paso no habilitado hacia Colombia y recibir un permiso humanitario de ese país para viajar a Chile, a Medina le parece un milagro que hayan llegado a Santiago el 31 de diciembre: «Me siento privilegiado de tener a mis hijos aquí a salvo (…). El año pasado tuvimos una emergencia con mi hija especial y ella prácticamente se había muerto y eso me preocupaba».

Su familia recibió seis de las 245 VRD que hasta ayer había entregado Cancillería desde el 23 de noviembre, cuando se reanudó el proceso. Según una solicitud de información, para el «reseteo» del 11 de noviembre había 92.227 visados en trámite. Por eso, Medina agradece, «pero les pediría poder agilizar un poco los casos».

Coincide Karelin Páez (29), quien salió con su hijo de siete años desde Barquisimeto el 13 de enero y llegó a Santiago el lunes. A ella le aprobaron la VRD en diciembre y vivió complejidades parecidas a las antes relatadas. No veía a su esposo desde septiembre del 2018, cuando él emigró. En un comienzo se sentía «feliz, asustada, angustiada. Se ha luchado mucho». Ahora plantea gratitud por estar en Chile y recomienda a sus compatriotas «no desistir y siempre estar en vías legales».

La presidenta de la Asociación de Venezolanos en Chile, Patricia Rojas, afirma que el número de visas aprobadas refleja que Cancillería «no tiene la infraestructura ni capacidad para los procesos«. Y agrega que les preocupa, porque «estamos viendo el incremento de venezolanos ingresando al país de manera clandestina como consecuencia del retraso de la revisión de solicitudes».

Coincide el jefe del área jurídica del Servicio Jesuita a Migrantes, Tomás Greene, quien adelanta que en las próximas semanas presentarán una serie de recursos judiciales por «la ilegalidad de estos rechazos, cierres, demoras excesivas«.

245 visas de responsabilidad democrática se han otorgado desde el reinicio del proceso.

91.227 solicitudes fueron archivadas tras el cierre masivo de VRD el 11 de noviembre.

Fuente: El Mercurio

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