Entres los rubros, los más demandantes de trabajo son informática, servicios financieros, administración pública y enseñanza.
Fue en marzo de 2020, cuando el Gobierno inició las cuarentenas. Mientras el covid-19 se esparcía, el país cerraba y caía en su peor crisis económica desde los años 80. En junio tocó fondo: el desempleo superó el 13% por la pérdida de 2 millones de puestos de trabajo: una de cada cinco personas ocupadas quedó cesante.
Hoy hay visos de repunte y se han recuperado más de 800 mil empleos. Pero no ha sido igual en todos los sectores, ni para todo tipo de personas.
La recuperación del empleo se ha dado con mucha mayor fuerza en los hombres, las personas con nivel educacional alto y en sectores ligados a tecnología y empleos públicos. Pero han quedado atrás los grupos más vulnerables y que sufrieron más con el confinamiento: mujeres, jóvenes, adultos mayores y personas sin educación universitaria. Esto, según un análisis solicitado por La Segunda al director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, David Bravo, sobre la base de los datos del INE.
Un desplome desigual
El desplome del empleo entre marzo y junio del 2020 no fue equitativo. «Fue significativamente superior en categorías informales y de mayor precariedad», dice Bravo, pues cayó un 40% en trabajadores informales y sólo un 15% en los formales.
El nivel educacional también pesa. Las personas con enseñanza básica perdieron un 41% de trabajos, las con media incompleta un 33%, los con media completa junto a superior técnica o universitaria incompleta, un 20%. Los empleos de personas con carrera universitaria completa solo cayeron un 6%.
Y el factor educacional también ha marcado la recuperación. Las personas con educación universitaria completa han recobrado sus empleos en un 106%, es decir, hay más personas empleadas que antes de la pandemia. Pero ha sido más lento en aquellos con menos educación. Entre los que tienen enseñanza media y superior técnica se recuperaron un 76% y 48% de los empleos perdidos, respectivamente. Mientras los que tienen educación básica solo un 26% y con media incompleta un 13%, es decir, si 10 personas perdieron su empleo, solo una ha vuelto a trabajar.

Las razones para esta diferenciación son varias. La primera, es que los trabajos que se pueden hacer de forma remota normalmente emplean a personas con mayor educación. «Son firmas que tienen flexibilidad para hacer trabajo online y ese trabajo requiere ciertas habilidades», dice Fabián Duarte académico de la FEN U. de Chile. Esto, frente a trabajos que requieren ser presenciales, que siguen afectados por la pandemia y que normalmente emplean a personas con menos educación.
Pero que la recuperación se centre en grupos con mayor nivel educacional, que reciben más remuneración, es complejo. «Durante la crisis se ha visto que las brechas de desigualdad e ingresos han aumentado y esto lo exacerba», dice Duarte.
«La crisis básicamente está profundizando las desigualdades«, concuerda Bravo. Agrega que esto ampliará la diferencia de ingresos: mientras la crisis golpeó fuerte a las personas con poca educación, «prácticamente no existió para las personas con educación universitaria completa». Y que se exacerben las desigualdades, puede llevar a inestabilidad política, lo que es más complejo en un periodo de efervescencia social y electoral como el actual.
Amortiguador público
La desigualdad también se observa por rubro. Sectores como información y comunicaciones, administración pública y enseñanza no perdieron empleos. Pero sí en actividades artísticas y culturales, alojamientos y comida, y construcción.
Al evaluar la recuperación de empleos, hubo un 53% en las distintas actividades económicas. El rubro Información y comunicaciones lideró con un 107%, seguido por administración pública, enseñanza y sectores financieros, los cuales recuperaron 105% cada uno.
El caso de información y comunicaciones (ligado a tecnologías de la información) es una de las excepciones, dice Bravo. «Se han expandido durante la pandemia», explica. En otros rubros, como el financiero, el tamaño de las empresas, que permite acogerse a la Ley de Protección del Empleo y hacer teletrabajo, contuvo el impacto e impulsó el repunte.
En el caso de la administración pública y la enseñanza se puede observar el amortiguador que puede ser el Estado frente a las crisis. «Hemos visto que el sector público tiene un tremendo seguro de empleo estable. En la práctica, cuando todo cayó, trabajar en un sector que tiene esa estabilidad se ve en enseñanza y administración pública, donde no hubo pérdida», dice Bravo.
Al otro lado están las actividades artísticas y de entretenimiento, donde no se ha recuperado nada. Otros sectores golpeados han conseguido algunos avances con la relajación del confinamiento a fines del año pasado: el comercio ya recuperó el 70% de los trabajos perdidos, alojamiento y comidas el 30%, y construcción el 55%.
Los rezagados
Pero la recuperación económica está dejando a personas atrás. Las mujeres, adultos mayores y los jóvenes fueron los que más han sufrido en la pandemia y su pesadilla ha continuado.
La caída del empleo en mujeres fue del 24%, mientras que en hombres, del 20%. Las restricciones para el funcionamiento de jardines, sala cunas y colegios, que se mantuvieron hasta hace pocos días, han impedido a muchas mujeres volver a trabajar. El problema es que pese a que están volviendo a funcionar estos establecimientos, todavía no hay certezas. «No hay condiciones que dejen tranquilas a las mujeres por posibles regresos de las cuarentenas», dice Cecilia Cifuentes, académica de la UAndes. «No saben si pueden volver a buscar trabajo». Por esto, la recuperación ha sido desigual. En hombres, ya se recuperó el 61% de los empleos perdidos, mientras que en mujeres solo el 43%.
En el caso de los jóvenes y de los adultos mayores el golpe también fue duro. En las personas de entre 15 y 24 años, se perdió un 48% de los empleos, entre los de 65 a 74 años, un 36% y los mayores de 75, un 47%. Esto, mientras los grupos medios entre 25 y 64 años tuvieron caídas de de entre el 16 y el 20%. Y la recuperación también ha sido más lenta. Las personas de entre 25 y 44 años han recuperado sobre el 67% del empleo perdido, pero en los menores de 24 y mayores de 65, no llega al 40%.

Las razones para una recuperación lenta en estos grupos son varias. «Tienen mayor proporción de trabajo en los sectores más afectados por la pandemia y eso hace que se recuperen lento. Por ejemplo, los adultos mayores y mujeres trabajan mucho en sectores ligados a servicios», dice Cifuentes. Entre los jóvenes, puede influir que las empresas, frente a la incertidumbre, estén postergando la contratación de personas con menor capacitación.
En los adultos mayores, Bravo explica que el riesgo sanitario y el miedo al virus pueden haber contenido su reintegración al mercado laboral. Cifuentes cree que esto debería cambiar pronto. «Se debería recuperar por lo exitoso del avance del proceso de vacunación», dice.
-«La crisis básicamente está profundizando las desigualdades«
David Bravo, UC
-Los migrantes: recuperan el 97% de empleos perdidos
El golpe de la crisis económica en el trabajo de los migrantes y la posterior recuperación ha evidenciado un fenómeno llamativo. Pese a que la caída del empleo fue similar, 22% entre nacionales y 19% en migrantes, la recuperación fue diametralmente distinta: el 97% de los empleos perdidos por extranjeros ya fue recuperado, mientras que en nacionales la cifra llega al 49%.
Las razones para esta diferencia en la recuperación todavía no son claras. Factores como que los migrantes, en promedio, son más calificados o que buscan formas de ser más atractivos en términos de remuneraciones, pueden haber influido. «Puede deberse a mayor trabajo informal o actividades por cuenta propia, como estrategia de supervivencia», dice David Bravo. «Pero hay que analizar el fenómeno en mayor profundidad, hay que ver el sector en el que trabajan y por qué la recuperación. Todavía no sabemos bien qué influyó», advierte.
Fuente: La Segunda